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Tren de la Libertad.

Llegué temprano a Ibarra, con tiempo suficiente para echar un vistazo a la estación del tren y esperar a que llegara el tren que tomaría ese día para pasar una mañana agradable que me regalaría bellas vistas de Ecuador, una deliciosa nieve de paila y un poquito de la tradición, música y baile de ese país. 

Mi día comenzó saliendo del Hotel Swissötel Quito casi al mismo tiempo que el Sol, pero yo iba con rumbo a Ibarra. En el camino pude darme cuenta que las vialidades en Ecuador están en buen estado y muchas de ellas en remodelación.

Pasamos por mercados, pueblos y siempre a corta distancia había algo qué admirar. Así llegamos hasta un mirador desde donde era impresionante ver al volcán Imbabura, en ese lugar conocí su leyenda sobre su romance con Cotacachi y porqué hoy día se dice que el viento que al llegar la noche va a las comunidades más altas, son los besos de buenas noches que las dos montañas enamoradas se envían.

Seguimos el camino hasta llegar finalmente a Ibarra y luego de una corta espera llegó el Tren de la Libertad. Lo primero fue hacer check in y pronto estábamos en camino despidiéndonos del pueblo para adentrarnos en verdes paisajes con algunas cascadas y cañaverales.

Una guía explica a cada momento lo que se ve y el recorrido se hace cómodamente en ese tren operado por Tren Ecuador.


Debo mencionar que si bien en la actualidad se trata de un recorrido totalmente turístico, se hace por las vías del ferrocarril que fueran construidas hace casi un siglo como parte de sistema ferroviario nacional.


La guía nos contó que los túneles por los que atraviesa el Tren de la Libertad fueron construidos a pico y pala, sin maquinaria, para acortar las distancias en la Cordillera Andina

Aproximadamente a una hora de Ibarra, el tren paró en la Estación de Hoja Blanca, donde pudimos comprar rica nieve de paila, ir hasta el mirador y visitar un jardín botánico, además de tomarnos fotos frente al tren.

El paseo continúo y unos 30 minutos más tarde llegamos a Salinas, en la Provincia de Imbabura, donde un grupo de danza afroecuatoriana nos recibió con sus alegres bailes y música. Ese fue el momento para comer algo en un establecimiento que está en la estación del tren y que es atendido por lugareños.

Museo Etnográfico de la Sal


En Salinas se puede visitar el Museo Etnográfico de la Sal y la parroquia, pero en mi caso el regreso fue por carretera y así me fue posible visitar laPlaza de Ponchos en Otavalo, donde se venden principalmente textiles y ropa típica.

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Ceviche de chochos, en Cabañas del Lago.
Luego de recorrer este mercado que se pone todos los sábados, fui a comer a Cabañas del Lago; vaya lugar tan agradable! Perfecto para pasar unos días de descanso, con actividades propias del lago, caminatas y comer rico en su restaurante, donde probé el ceviche de chochos, con tostado, chifles y caguil. Ok, se quedaron con cara de what como yo seguramente, pero les explico que los chochos son como frijoles-alubias, el tostado es maíz tostado, los chifles son el plátano frito y el caguil son las palomitas.

Luego regresé a la ciudad y esa noche me despedí de Quito con un poco de nostalgia y mucha alegría de haber tenido la oportunidad de conocer tan hermosa ciudad, capital de Ecuador


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Cabañas del Lago.