Cómo superar la depresión postviaje con ilusión

playa
Hotelito Mio, Puerto Vallarta, Jalisco.

¿Te sientes triste después de unas vacaciones increíbles? La depresión postviaje es más común de lo que imaginas. Aquí te comparto cómo la enfrento, cómo la vivo y cómo la supero, siempre con la ilusión de un nuevo destino. Porque viajar no solo llena la maleta de recuerdos, también el alma de emociones que perduran más allá del regreso.

Viajar no se vuelve rutina

Cualquiera creería que el hecho de viajar constantemente crea la costumbre, pero en mí no ocurre así. Cada maleta preparada y cada momento previo al viaje me sigue emocionando como la primera vez… y luego, lo que le sigue.

El traslado: lo menos emocionante del viaje

El traslado es la parte del viaje que más weba me da. Siempre hay alguna incomodidad, y más cuando se viaja dentro del país: los autobuses de primera parecen de segunda, los vuelos están carísimos y las rutas y horarios son todo un misterio que nadie entiende.

El gozo del destino: mi razón para viajar

Pero una vez que llego, todo mejora. Me relajo, disfruto, respiro, conozco… o reconozco. Olvido la rutina, porque como siempre digo: yo viajo porque vine a esta vida a pasar con ella, no a verla pasar.

Me quedo con las sonrisas, los gestos amables, los atardeceres, las vistas. Este mundo siempre me sorprende y me obsequia recuerdos que no se quedan en el corazón… sino que me llegan hasta los huesos.

El regreso: cuando aparece la nostalgia

El tiempo vuela cuando la pasamos bien, y pronto toca despedirse de lugares que ya son parte de mí. Tal vez volveré, pero nada será igual: las caras, los sabores, los paisajes cambian… y yo también.

La depresión postviaje comienza justo en el primer paso hacia el regreso. Llega sola. Intento meterla en la maleta, pero no cabe, así que me toca convivir con ella unos días.

La cura: la ilusión de un nuevo viaje

Este sube y baja emocional es parte del show. Gracias a él aprecio más cada viaje. Hoy tengo la depre, sí. Pero sé que para el sábado ya se fue… porque el domingo me subiré al Allure of the Seas, el crucero más grande del mundo, para una semana magnífica.

Y es que la única cura para la depresión postviaje es la ilusión de una nueva aventura.