Ruta del vino en La Rioja: experiencia entre viñedos

Bodegas en Rioja
Bodegas Eguren Ugarte

La Rioja me conquistó con sus paisajes, sus vinos y la pasión que se vive en cada bodega. En este post te cuento cómo fue recorrer su ruta del vino, conocer el proceso desde la cepa hasta la copa y dejarme seducir por el alma del Rioja. Sin tecnicismos, solo con lo que sentí, viví y disfruté en esta aventura enológica inolvidable.

Viaje en la ruta del vino de Rioja

Nunca antes me sentí tan atraída por el tema del vino como ahora, que he tenido la fortuna de visitar La Rioja, en España, y conocer de cerca el proceso que se lleva a cabo en la elaboración de sus vinos. En este post se los contaré con mis propias palabras, que seguramente no serán los términos que usaría un especialista, advierto.

Logroño, la capital que sabe a pueblo

Mi viaje por bodegas y viñedos de la Denominación de Origen Calificada Rioja comenzó en Logroño, la hermosa capital de la que poco me habían hablado, pero que pronto descubrí que tiene cara de pueblo… y a mí me fascina pueblear.

Durante esa semana, todos mis almuerzos, comidas y cenas se acompañaron de buen vino de la región. En el vuelo de regreso pedí un vino blanco, me dieron quensá qué marca… y lo dejé. No cabe duda de que a lo bueno me acostumbro muy, pero muy rápido.

He de aceptar que, aunque el tema me apasiona, no sé mucho de vinos. Fueron días completos de catas, paseos entre viñedos, visitas a bodegas, descubrir varietales, sentir el aroma de las barricas, palpar las copas frías… y salir con un sabor de boca delicioso y un sentimiento encantador, como si hubiera acariciado cada gota desde dentro.

Logroño y el encanto de sus calles

Y por otra parte, Logroño… una ciudad que alcancé a degustar paso a paso entre sus callejones. Entendí que su atardecer es mejor que su amanecer, y que por las noches se viste de fiesta para salir en busca de lo lógico estando en España: vinos y pinchos.

Cómo es el proceso del vino

¿Un buen vino inicia con la uva o en la fermentación? Yo aprendí en Rioja que todo comienza en el terruño, o incluso antes, con una excelente cepa que se multiplica, planta y cuida hasta lograr un vino excelso.

Luego llega la vendimia, se separa la uva del racimo (a mano o con máquina), y se tritura para obtener el mosto, que se fermenta en tanques de acero inoxidable. Los hollejos forman el famoso sombrero, que debe mojarse con frecuencia.

Tras varios cuidados, se realiza la fermentación maloláctica, que suaviza el vino. Luego viene la clarificación (una especie de colado), y finalmente el envejecimiento en barricas de roble, donde el vino se transforma según su tipo: crianza, reserva o gran reserva.

Siguiendo la ruta del vino de La Rioja

Mi primer contacto con el vino de Rioja fue años atrás. Nos llevamos bien, pero no “hicimos clic”. Hace poco lo conocí de nuevo, lo entendí, me entendió… y me sedujo.

No sé qué me conquistó más: su sabor o su personalidad. Pero fue su todo lo que me hizo rendirme: su caída suave, su aroma al girar la copa, ese primer sorbo discreto que parece decir “aquí estoy, tómame”.

Luego de probar y probar, entendí que no necesitaba descifrarlo… porque él me entendía a mí. Me hizo sentir seductora, segura, única. Ya no íbamos de la mano, él iba dentro de mí, borrachos de alegría, sonriendo al atardecer.

Siempre lo he dicho: la vida es un suspiro, y entonces, suspiremos juntos. Dejémonos seducir por aquello que se acerca sin más intención que sorprender. Así comenzó mi romance con el riojano tinto, con diferentes nombres, rostros y trajes… pero al fin riojano.

Hoy sigo enamorada, aunque no sé si seré fiel. Hay tanto tinto por conocer… y el amor, ya saben, es volátil, pero sincero mientras dura.