Medellín
Plaza Botero, en Medellín, Colombia.

Una tarde de verano Medellín me dijo ven y yo, sin pensarlo mucho acepté. Así, unas semanas después me dirigí a esa bella ciudad que me ha dejado más que un recuerdo de viaje, me queda la experiencia de conocer un ejemplo de vida, de salir delante y de lo que se puede lograr cuando se tiene la decisión y fuerza para hacerlo. 


Qué hacer en Medellín


Cuando mencioné que iría a Medellín, Colombia, no faltó quién me dijera cosas como: “¿no tienes miedo?”, “te reciben cómo si fueras delincuente”, “dicen que está muy feo por allá”, y más; mientras que por otra parte, también hubo quien me aseguró que era un lugar bello y que no me arrepentiría; gente convencida de que Colombia hoy, no es lo que se dice que fue, gente que ha estado allá y que lo ha disfrutado de verdad. Entonces, lo mejor era ir y así poder tener mi propia opinión. 

Entonces, una mañana muy temprano volé a la Ciudad de México, de ahí a Panamá y luego de las 4 de la tarde un amable agente de migración me recibía con una sonrisa en el aeropuerto de Medellín. “¿A qué viene?”, preguntó; yo respondí que a conocer la ciudad; “mexicana”, mencionó; y yo, simplemente confirmé. Eso fue todo y me dio un sincero “Bienvenida a Colombia!” 

La revisión, aunque minuciosa no fue agobiante y rápido ya iba de camino hacia el Hotel Poblado Alejandría

Agradable ciudad, buena atención, rica comida, muchos lugares interesantes que visitar, pero sobre todo… mucho que aprender. Medellín es una de las ciudades más limpias que he visto en mi vida, organizada, con eficiente servicio de transporte público e interesantes atractivos culturales y recreativos para visitar, pero sobre todo, vale la pena conocer su historia y reconocer los logros de su gente que trabaja día con día para cambiar la imagen que aún algunos tienen sobre esa región del país, que si bien hace tiempo se encontraba sumergido en problemas de narcotráfico y criminalidad, hoy en día no es lo que fue y se puede visitar con tranquilidad y sobre todo, se disfruta mucho. Todo es gracias a su gente, que sonríe y da la bienvenida con sinceridad, que toma tu mano con firmeza al saludar y aunque te hable de usted, te hace sentir amigo. 

Así entonces, pasé jornadas deliciosas en la tierra del tintico, las arepas, el arequipe, de Botero, del sombrero vueltiao… Corrí el riesgo, sí! Y saben una cosa… me quería quedar más tiempo.