A pocos kilómetros de Amán, la capital de Jordania, se encuentran tres lugares sagrados imperdibles: Mádaba, el Monte Nebo y el Río Jordán. Esta ruta, cargada de espiritualidad y cultura, es uno de los recorridos más especiales para quienes visitan Tierra Santa. En este artículo te comparto mi experiencia viajando por estos sitios históricos, donde la fe, la historia y los paisajes te envuelven por completo.
Viajar a Tierra Santa: Mádaba, Monte Nebo y Río Jordán
Desde Amán se toma el famoso “Camino de los Reyes” para llegar a Mádaba, una pequeña ciudad de Tierra Santa. Pero mi recorrido comenzó antes, justo en un sitio profundamente simbólico.
Río Jordán: el bautismo y la fe
Mi primera parada fue el Río Jordán, donde se dice que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista. El sitio está claramente marcado y bien acondicionado: seguro, limpio y organizado.
Tras escuchar la explicación del guía, caminé hacia el área donde los visitantes pueden bautizarse. El ambiente ahí es muy especial, lleno de fe y emoción. La expresión en los rostros de quienes se sumergen en las aguas lo dice todo.
Tip viajero: Lleva una botella vacía con tapa para llenar con agua del río, hay una fuente gratuita. Afuera la venden a precios elevados.
Monte Nebo: historia, vistas y mosaicos
Desde el Jordán fui al Monte Nebo, desde donde Moisés vio la Tierra Prometida. Aquí también se cuenta que subió al cielo, razón por la que jamás se encontró su tumba.
En el siglo IV se construyó un templo que más tarde fue ampliado en la época bizantina. Hoy en día aún se conservan ruinas y mosaicos originales del siglo VI. Aunque algunos están dañados, siguen siendo impresionantes.
Los franciscanos llegaron en el siglo XX y actualmente se está terminando un templo moderno que, aunque para mí resulta algo invasivo, sirve para recibir a la enorme cantidad de visitantes que llegan diariamente.
Desde los 800 metros sobre el nivel del mar que alcanza este sitio, es posible ver el Mar Muerto y, en días claros, hasta Belén.
Mádaba: la joya bizantina
Mi última parada fue en Mádaba, donde visité la iglesia de San Jorge. A simple vista es una iglesia más, pero en su interior guarda un verdadero tesoro: un mosaico-mapa de Jerusalén y Tierra Santa que data del siglo VI.
Este mapa es tan valioso y único que, por sí solo, hace que valga la pena detenerse en esta pequeña ciudad antes de seguir el camino hacia Aqaba.
Tanto si eres religioso como si no, esta ruta te llenará de aprendizaje, emoción y belleza. Mádaba, el Monte Nebo y el Río Jordán son paradas obligadas para cualquier viajero en Jordania.
![]() |
Punto desde dónde cuentan se vio la Tierra Prometida. |