Qué hacer en verano en Vieux-Montreal

Vieux_Port
Torre del relog en el Viejo Puerto.



Montreal es una ciudad única y encantadora, especialmente en verano. Sus calles cobran vida con festivales, actividades al aire libre, paseos culturales y sabores únicos. El Viejo Puerto (Vieux-Port) y Vieux-Montréal ofrecen una combinación perfecta de historia, diversión y belleza natural. Aquí te contamos cómo disfrutamos varios días inolvidables en esta zona de la ciudad.

Qué hacer en el centro de Montreal

Montreal (Quebec, Canadá) se viste de alegría y verdor en el verano. Uno de los lugares donde la pasamos de lo lindo fue Vieux-Port, con su gran cantidad de actividades, sitios para comer, relajarse y disfrutar del clima.

El recorrido de Vieux-Port consta de aproximadamente dos kilómetros, donde la gente acude en familia, en solitario, con amigos o con la pareja para pasar un rato ameno, ya sea para comer, tomar un helado o realizar alguna de las múltiples actividades.

Nosotros pasamos ahí dos mañanas, desde muy temprano hasta tarde. La verdad, con gusto nos hubiéramos quedado más tiempo, pero el tiempo es traicionero, pasa rápido y hay mucho por visitar en esa ciudad. Optamos por llegar temprano ambos días y el primero fuimos a dar un paseo en cuatriciclo con Écorécréo. Ellos también ofrecen la renta de segways, bicicletas y más. Es una excelente forma de recorrer todo Old Port de manera divertida. Así fuimos de un extremo al otro e hicimos un par de paradas para admirar el río San Lorenzo y descansar bajo un árbol. Lo rentamos por una hora y fue más que suficiente, aunque con media hora también quedas feliz. Para la renta solo debes proporcionar una identificación y realizar el pago.

Navegando el San Lorenzo

Luego, fuimos a ver Montreal desde otra perspectiva: desde el río San Lorenzo en un paseo de 45 minutos con Le Petit Navire. La salida fue puntual y el lugar para contratar el paseo está justo a un lado de Écorécréo. El guía nos contó interesantes datos de los edificios que podíamos ver a lo lejos. Desde el San Lorenzo pudimos tomar fotos y admirar lugares como Habitat 67, Bota Bota Spa, el museo Pointe-à-Callière y gran parte del Viejo Puerto. Fue un recorrido divertido y tranquilo.

Después del relax, caminamos hasta una zona comercial donde no encontré nada que me atrajera comprar, pero hacer window shopping también es divertido.

Centro de Ciencias de Montreal

Ese día concluyó con una visita al Montreal Science Centre. Toda una aventura tridimensional, que no imaginaba encontrar ahí. Definitivamente debimos llegar más temprano, porque bien valía la pena explorar más el lugar, especialmente atractivo para los niños. Cierran a las 4 de la tarde, así que solo vimos la película y lo recorrimos rápidamente. Cuando vayas, destina al menos tres horas para estar ahí. En el momento de nuestra visita (julio 2014), había una exposición llamada simplemente "Musique" (Música). Al entrar, nos proporcionaron algo que parecía ser una audioguía, pero resultó ser un dispositivo para escuchar canciones que acompañaban cada momento histórico y artista. ¡Fascinante!

Tip: Las boutiques de los museos Pointe-à-Callière y McCord son excelentes para encontrar regalos originales: joyería inuit, libros, música y artículos divertidos.

Historia y encanto en Vieux-Montréal

Montreal fue fundada en 1642 por un grupo de católicos provenientes de Francia. Hoy es una ciudad donde coexisten amablemente las raíces francesas y británicas. Su lengua oficial es el francés, pero mucha gente habla inglés, idioma predominante en el resto de Canadá.

El lugar donde nació esta ciudad es lo que hoy se conoce como Vieux-Montréal, fundado por Paul Chomedey, Sieur de Maisonneuve, a orillas del río San Lorenzo. Muy recomendable hacer este paseo para internarse en sus callejuelas empedradas y descubrir rincones adorables.

En Vieux-Montréal encontrarás tiendas, bares, bistrós, restaurantes, boutiques y galerías, especialmente en la calle St-Paul. Te sugiero comenzar por las orillas del río San Lorenzo y regresar por St-Paul. Luego puedes visitar la Basílica de Notre-Dame y continuar por Rue Notre-Dame.

Museos y compras en Montreal

En esta zona está el Museo Arqueológico Pointe-à-Callière, donde puedes aprovechar para almorzar en su excelente restaurante y comprar souvenirs finos en su boutique.

En verano es ideal recorrer esta zona en bicicleta. En invierno, también tiene encanto, con el San Lorenzo completamente congelado, tanto que puedes caminar sobre él.

Qué visitar en Vieux-Montréal

Marché Bonsecours. Antes fue un mercado; hoy alberga tiendas de moda y accesorios, muchos de diseñadores locales.

Château Ramezay. Lo verás en la calle Notre-Dame, casi frente al Hôtel de Ville. Ambos edificios son preciosos y dignos de admirarse con calma.

Montreal tiene muchísimos festivales, tiendas, gastronomía y actividades, pero aquí me enfoco solo en recomendarte algunos sitios imprescindibles.

Ubicación de Vieux-Montréal

Está muy cerca del río San Lorenzo, con calles antiguas y edificios de los siglos XVII, XVIII y XIX. Pasear por la zona es muy agradable, con boutiques, restaurantes, cafeterías y galerías que la hacen muy animada.

Museo de Arqueología Pointe-à-Callière

Ubicado en el lugar exacto donde fue fundada la ciudad. Tiene una zona arqueológica interesante, aunque no muy grande. En ese lugar estuvo la residencia de los gobernantes de la Nueva Francia, que luego fue destruida por un incendio. En 1989 se descubrieron los vestigios subterráneos y se decidió construir el museo. Cuenta con salas de exposición temporal, una boutique encantadora y un excelente restaurante. No te pierdas la proyección multimedia sobre la fundación de Montreal, disponible en varios idiomas.

Museo de Bellas Artes de Montreal

No tuvimos mucho tiempo para explorarlo, pero su colección de pinturas y objetos decorativos es realmente interesante. Está ubicado en la calle Sherbrooke y distribuido en tres edificios conectados por túneles.

Basílica de Notre-Dame

Me dijeron que era la iglesia católica más antigua de Montreal y muy bonita por dentro. ¡Pero es espectacular! De arquitectura neogótica del siglo XIX, fue construida por el arquitecto James O'Donnell. Predominan los tonos azules, vitrales y tallas de madera preciosas. El órgano tiene unos 7,000 tubos.

Plaza de Armas

Frente a la Basílica está esta pequeña plaza, ideal para sentarse y contemplar los alrededores, especialmente en verano.

Parque Jacques-Cartier

Esta plaza está llena de vida, con cafeterías, restaurantes, tiendas, galerías y más. Es un imán tanto para locales como para turistas.

Mont-Royal

Parque enorme situado en el Mont-Royal, que da nombre a la ciudad. Fue diseñado por Frederick Law Olmsted, creador también del Central Park. Más de 200 hectáreas de bosques y áreas verdes lo hacen ideal para disfrutar la naturaleza.

Museo McCord

Mi favorito. Aunque es un museo de historia, no es nada sobrio. Es moderno, colorido y muy llamativo. Visitamos la sala de arte inuit, con piezas tradicionales y modernas, videos y fotografías que te sumergen en esa cultura. El museo nació gracias a la donación del abogado David Ross McCord, coleccionista de todo lo relacionado con la vida en Canadá.

Écorécréo
Paseando por el Viejo Puerto.

Un dulce final: Maple Delights

¿A quién no se le antoja un helado por la tarde? ¡Y si es de maple, mejor! Visitamos Maple Delights, muy cerca del Science Centre. Camina hasta la calle St-Paul y lo encontrarás a media cuadra. También venden aderezos, galletas, dulces y más. La miel de maple en botella de vidrio es más cara y pesada, pero hay productos únicos que valen la pena.

Ahí terminó nuestra primera mañana en Vieux-Montréal, que culminó con el espectáculo de Luz y Sonido en Notre-Dame (del cual te contaré luego).

Aventura extrema en el río

Días después regresamos al Viejo Puerto para varias horas de emoción y cultura. ¡Qué contraste!

Llegamos temprano, cerca de la Clock Tower, y fuimos hasta Moutons Jet Boating. Hicimos el registro, recibimos una charla y vimos un video. ¡Yey! Rápidos muy emocionantes en el San Lorenzo, ¿quién lo diría?

Nos indicaron la ropa: traje de baño (que ya traíamos), traje plástico, poncho y zapatos. Todo lo prestan ahí.
Tip: lleva traje de baño puesto y una toalla.

Ya vestidos, subimos a la lancha. Al principio, explicaron algunas cosas, aunque el ruido del motor, el viento y la emoción no me dejaron escuchar mucho.

Después de unos 15 minutos, el agua comenzó a agitarse. ¡Wooow! De lado, de frente… el agua nos caía encima y todo fue pura diversión. ¡Nos fascinó! Totalmente recomendable. Y para no contarte más, te dejo el video de lo vivido esa mañana.

Una dulce despedida

Después, fuimos a comer una cola de castor (algo como buñuelo con cubierta dulce a elegir: chocolate y plátano, maple, canela, manzana…). Caminamos hasta el museo Pointe-à-Callière.


Le Petit Navire
Viejo Puerto en Montreal.