Holbox es perfecto para desconectarse, relajarse y reconectar con uno mismo. Ideal para adultos y niños que buscan naturaleza y tranquilidad.
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Holbox en México. |
Holbox, en Quintana Roo, es el destino ideal para quienes desean desconectarse del estrés diario. Sus playas vírgenes, calles sin pavimentar, ambiente relajado y contacto directo con la naturaleza lo convierten en un lugar perfecto para reconectar contigo mismo o disfrutar en familia. Aquí, el silencio, los atardeceres y la tranquilidad te enseñan que no hacer nada puede ser lo mejor.
Holbox, ideal para desconectarse
Durante los últimos tres meses escuché de boca de gente que ya ha visitado Holbox frases más o menos así: “no hay nada qué hacer”, “es bonito, pero ahí se va a no hacer nada”, “a ver si no se aburre tu hija porque no es para niños” y varias más.
Primer encuentro con la isla
Llegué a Holbox (Quintana Roo, México) el sábado por la tarde y el primer regalo que recibí fue un bello atardecer; luego, día tras día descubrí el encanto del lugar, ese que todos pueden percibir: sus calles sin pavimentar, ambiente de población pequeña, calidez de los habitantes, tranquilidad, sol, playa, aguas cristalinas, arena blanca… y podría seguir esta lista, pero eso no era lo más importante que esta pequeña isla me ofrecería.
Amanecer en Holbox: una experiencia personal
Una mañana salí a caminar cuando apenas salía el sol. Aún con un poco de oscuridad, recorrí la orilla de la playa, me permití sentir la fina arena en los pies; luego, sentí también algunas piedrillas y conchitas que el mar había arrojado. Así llegué hasta un muelle donde ya se encontraban algunos hombres con claro acento local, conversaban y revisaban sus redes.
—“No sále la sárdtinita”, dice uno de ellos.
Me acerco y pregunto el porqué. Me responde que es porque no sale el sol. Los dejo con su conversación y continúo el andar.
Un momento de conexión con el entorno
Al llegar a la orilla del muelle, me encontré con un breve espacio que me acercó al mar y a su ligero oleaje. No me quedó más que sucumbir ante la invitación a sentarme… sentir… escuchar… mirar…
Luego de un rato en que los pájaros volaban a mi alrededor, el vaivén del mar pasaba frente a mí, el viento me acariciaba y el sol me iluminaba, entendí que a Holbox se va a buscar tu tiempo de paz, ese que puede durar algunos momentos o quizá unas cuantas horas.
En ese instante me descubrí en ese punto tan cerca del mar y tan lejos de casa, con la ausencia de pensamientos y presencia de recuerdos… simplemente yo, el mundo y la paz... ¿qué más se puede pedir?
Viajar con niños a Holbox también es posible
¿Y mi hija? Ella quedó fascinada con el destino y, al regresar, atinó a decir:
—“Mami, ¿te das cuenta que pasé cinco días sin ver tele y ni la extrañé? ¿Qué te parece si cuando me castigues la tele me traes a Holbox?”