Mencionado como uno de los mejores 10 zoológicos del mundo, el San Diego Zoo es toda una aventura que no debes perderte. Fundado en 1916, evidentemente se ha ido modernizando y los espacios donde se encuentran los animales son amplios y bien acondicionados, lo que da a los niños una mejor idea de sus hábitats.
El zoológico en Balbo Park
Es muy fácil llegar hasta el San Diego Zoo, basta con seguir las instrucciones para ir al Balbo Park porque es parte del mismo parque. Algo que me encantó, es que el estacionamiento es gratuito.
Llegamos muy temprano, apenas abrían las puertas y mi hija y yo ya estábamos comprando los boletos, que por cierto conseguí más baratos gracias a un cupón de descuento. El mapa nos dio el rumbo a seguir y pronto ya estábamos en el área de los primates, luego seguimos caminando en una especie de selva y llegamos hasta una calle donde tomamos un transporte para llegar hasta el otro lado del zoológico. Estos autobuses son gratuitos y los hay de dos tipos: los que van rápido, y los que van más lento y con explicación de los sitios por dónde van pasando.
Un zoo muy bien organizado, con bancas, espacios sombreados, sitios para comprar bocadillos y bebidas, transporte, tiendas de regalos y mucho más que hacen la visita muy agradable.
Debes tomar el teleférico que te lleva de un lado al otro del zoológico y disfrutar las vistas de todo el centro de San Diego que se pueden apreciar desde ahí.
Mi sitio favorito, el de los osos polares que son enormes y pudimos verlos juguetear por un buen rato con una pelota. Además entras en un área obscura que te permite verlos bajo el agua.
La zona favorita de mi hija fue la de los animalitos bebés, pues nos tocó ver a muchos recién nacidos. Además hay mucha información sobre la reproducción de varias especies.
TIPS: Hay varias clases de boletos, te sugiero comprar el más completo así no tendrás que pagar adentro por el teleférico, por ejemplo. Desde tu entrada, infórmate sobre los horarios de los shows para que no te los pierdas.