Caminar a 356 metros de altura en Toronto es posible. Descubre cómo es vivir el emocionante Edge Walk en la famosa CN Tower
Vivir el Edge Walk en la CN Tower de Toronto es una de las experiencias más emocionantes que puedes tener en Canadá. Caminar por el exterior de esta torre icónica a 356 metros de altura, con vistas espectaculares y viento en el rostro, es algo que no se olvida. Si eres amante de la adrenalina y buscas una aventura única, esta actividad te va a fascinar. Aquí te cuento cómo fue mi experiencia paso a paso.
Edge Walk en la CN Tower
Un día soleado, con cielo azul y viento frío, fue como comencé el camino hacia la CN Tower rumbo a una de las experiencias más fabulosas de mi vida: caminar en el exterior, en lo alto de la icónica torre de Toronto.
La CN Tower (Canadian National Tower) es la cuarta más alta del mundo, pero la única que ofrece la oportunidad de vivir la experiencia más extrema en una torre: salir al exterior a la altura de 356 metros y caminar hasta recorrer su circunferencia. ¿Suena emocionante? ¡Créeme que vivirlo es FAN-TAS-TI-CO!
Seguridad ante todo
Llegamos Alan Estrada (@alanxelmundo) y yo muy puntuales. Lo primero fue sacar absolutamente todo de nuestros bolsillos, dejar relojes, cámaras y cualquier otro objeto que pendiera de nosotros. Todo fue directo a la mochila y ésta, al locker. Después, una sencilla prueba de inhalar y exhalar para comprobar que no habíamos ingerido ni una gota de alcohol o estupefaciente alguno.
Luego comenzó el cambio de vestimenta: un overol naranja, arnés, cordón para fijar las gafas oscuras... ¡y listos! Pasamos por otra revisión: zapatos, arnés, cordón… La extrema seguridad da muchísima confianza. Nada se deja al azar.
Ascenso a 356 metros
Tomamos el elevador que, en unos minutos, nos llevó hasta los 356 metros de altura. Al salir, nos explicaron cómo sería la experiencia, qué estaba permitido hacer (¡y qué no!), y nos asignaron lugar. Entonces, los cordones que colgaban de un tubo en lo alto fueron conectados a los arneses de cada uno de los seis integrantes del grupo. El guía y un miembro del staff hicieron una última revisión de seguridad.
Se abrió la puerta, el aire frío entró… y con él, la adrenalina. Llevaba casi dos años deseando ese momento. No sentí miedo, solo emoción, ganas de reír y gritar. Con pasos tímidos pero firmes fui saliendo hasta estar completamente en el exterior, a medio camino entre la torre y el vacío.
Me asomé un poco: las personas parecían hormiguitas y los autos, de juguete. El guía nos compartió datos de la torre: vistas de 360 grados, el Sky Pod, el restaurante giratorio… pero yo solo quería caminar, extender los brazos y sentir el viento.
Caminar sobre el vacío
Nos invitaron a acercarnos al borde, y todos levantamos los brazos y gritamos. Luego vino uno de los momentos más intensos: ir de espaldas, con los pies mitad en la base y mitad en el aire, recostar la espalda hacia el vacío y extender los brazos... ¡Wow! Totalmente fascinante la sensación.
Después caminamos otro poco y el siguiente reto fue inclinarse hacia adelante desde la orilla. Ver la ciudad, sentir el viento y el sol… fue totalmente liberador. Allá delante solo estaban las nubes, el suelo muy abajo y el cielo más cerca que nunca.
Ver pasar un avión por debajo de mí es algo que nunca olvidaré.
El regreso: entre euforia y agotamiento
Como todo en la vida, el momento terminó. Sin darme cuenta, ya había pasado media hora. Regresamos a la puerta y bajamos. Pero esa sensación... esa emoción quedó en mi piel.
Salí de ahí como flotando. Caminé hasta el hotel, recogí mis maletas, llegué al aeropuerto, abordé el avión, comí y me quedé dormida durante todo el vuelo. La adrenalina me había dejado agotada, pero también inmensamente feliz.
Definitivamente, el Edge Walk es como tocar el cielo por unos instantes.