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Spa en Hacienda Xcanatun.

A un spa se va a cuidar el cuerpo, el rostro y la salud, a sacudir el estrés y a relajarse por un rato; pero qué pasa cuando quien será tu guía en una terapia de spa te recibe con una sonrisa fresca, te lanza una mirada que llega hasta el alma y unas palabras que tocan el corazón. Ese fue mi caso al visitar el spa del Hotel Boutique Hacienda Xcanatun, en Mérida, Yucatán.


El mejor spa en Mérida, Yucatán


La tarde de mi cita en el spa de Xcanatun llovía fuerte, caminé cubriéndome con un paraguas, recorrí caminos y vi las gotas de agua golpear las plantas; llegué hasta el spa y ahí estaba Caro, quien en seguida me sonrío y me recibió con una voz tranquila… o más bien, tranquilizadora. 

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Hotel Boutique Hacienda Xcanatun.
Su calma se contagia y apenas pasaban unos minutos cuando ya platicábamos como si nos conociéramos desde mucho tiempo atrás. Afuera el aguacero seguía, me ofreció un té caliente y entonces me propuso hacer una especie de limpia y ver el equilibrio en mí ser, yo acepté y comenzó. Pasó el humo por mi espalda, tardó un ratito y luego se paro frente a mí y me dijo que soy fuerte, que no me dejo llevar, que el equilibrio entre mis sentimientos y la razón estaban en su perfecto punto, que soy justa, que no me doblo fácilmente y que…en fin, lo demás lo dejo para mí. Luego, tomó algunas ramas y las pasó por mi cuerpo a manera de quitar las malas vibras que por alguna razón estuviera cargando conmigo.

La jornada siguió y un masaje completo el tratamiento, pero el que se refiere al cuerpo, ese que si bien fue excelente quedó a nivel secundario luego de razonar lo que dentro de ese spa había ocurrido.

Al final del masaje, Carolina me hizo algunas preguntas, supo de mi, de mí interior y yo, por alguna razón que no sé explicar saqué todo aquello que venía cargando. 

No es un spa como otros, me habían advertido; pero en realidad su estructura es como todos los spas, con cabinas, cremas, aromas… como otros, como muchos; lo que hace diferente este lugar es el concepto, es quien está ahí para aplicar las terapias. 

Platicamos un rato más y Carolina me contó de los chamanes en su familia y como ella fue la elegida para continuar con esa preparación que la hizo conocer de plantas y creencias, de historias y tradiciones, de dolencias y sus alivios, de aluxes, de ceremonias…

Pasaron las horas y parecía que habían sido minutos, el momento de despedirme llegó y fue como desprenderme de la amiga que se deja luego de mucho convivir. Un abrazo sincero, unas palabras… una sonrisa y un adiós con los ojos húmedos.

Caminé de regreso a la habitación, sin lluvia y con las plantas brillando al sol. Había soltado ahí adentro un peso que traía en mi no sé desde cuándo y ese cambió me regaló un andar más firme y las fuerzas para saber que soy segura, que no me tumban y que… en fin, esas palabras me las guardo para mí.

Sin duda ese día comprendí que hay gente que entiende el alma y esta habla lo que el cuerpo calla.

¡Gracias Carolina, gracias Tina… gracias Xcanatun!