Xcaret
Xcaret Park.

Siempre me he preguntado por qué si los mexicanos nos reímos de la muerte, bailamos, festejamos y hasta nos burlamos de ella en el Día de Muertos (2 de noviembre), cuando un ser querido se nos va nos desgarramos el alma mucho más que en otras culturas. 


Qué hacer en el Festival Vida y Muerte


Sea cual sea la respuesta, acepto que es una de las tradiciones de mi país que más me gusta, que disfruto y preservo, porque cada año en la sala de mi casa está una ofrenda pequeña. Este año fue la excepción, pues por primera vez en mucho tiempo salí para vivirla allá en el sur de México, en la famosa Playa del Carmen que es parte de la Riviera Maya, donde Xcaret realiza el Festival Vida y Muerte y en esta ocasión tuvo a Tabasco como estado invitado. 

Todo lo que involucra este festival es mucho, ya que además de los eventos culturales, artísticos, artesanales y gastronómicos, también está el sentimiento y la pasión de miles de personas que asisten para curiosear, divertirse, aprender, disfrutar y encender alguna veladora por el ser querido que ha partido ya. 

Xcaret me recibió muy bien y yo, como siempre me entregué a vivir la experiencia que en ese lugar se logra con gran destreza, pues conjuntar tanto y a tantos no debe ser nada fácil. 

El primer evento que con motivo del festival pude observar fue la forma en que se procesa el cacao para obtener el chocolate, un acto que al verlo tan de cerca resulta simplemente religioso. Luego de ser recién molido, meter los dedos para obtener un poco de pasta y llevarla hasta la boca, es algo que seguramente solo los dioses pudieron crear (usté disculpe que lo diga así, pero es que a mí eso del chocolate me anda pasando a gustar harto). Y más aún, cruzar palabras con quienes lo trabajan con tanto esfuerzo y lo aman, es sin duda un pasito más que me acerca a él, y ya con eso me siento con el derecho a amarlo yo también por siempre… ¿o no? 

Mientras tanto ya en otra parte del parque se cocinaba el pejelagarto, uno de los platillos tradicionales del merito Tabasco; así como los tamales en hoja de plátano y el mucbil pollo, que es la comida tradicional para esta ocasión en Quintana Roo y Yucatán: una especie de tamal grande, rellena de pollo y salsa que se cubre con hoja de plátano y se cocina en un hoyo en la tierra, tapado por hojas y tierra.


Luego paseamos por el panteón, un espacio que sin contener restos mortales logra plasmar lo que hay en los campos santos de nuestro país. Una investigación ardua fue necesaria para encontrar una serie de epitafios interesantes o simpáticos que han sido escritos sobre las tumbas, que también son hechas tomando como modelo de las que están por ahí en algún rincón de nuestro país. 

La noche cayó y al teatro fuimos a parar, con una historia llena de risas pero también de sentimiento gracias a la propuesta de Comparsa la Bulla que presentó Atrapado entre la vida y la muerte: Patoú. Y más tarde, el enorme privilegió de estar presente en Voces Mexicanas, donde la actriz Ofelia Medina trajo a su estilo muy particular a tres grandes mujeres: Sor Juana, Rosario Castellanos y Frida

Al día siguiente la compritas de los artesanía y chocolate, y no faltó la risa con Muerte por fermentación con el grupo Magia Escénica; y el sentimiento y una que otra sonrisa con El emisario de la muerte niña, con Aplonio Mondrágón; para terminar el día, Canek, leyenda de un héroe maya, del Grupo Luna Morena

En fin, fueron un par de días deliciosos donde estuve rodeada por alegre gente caminando por el parque con el rostro pintado de Pixán, y yo… reí y disfrute enormemente, pero en alguno que otro momentito también recordé a mis seres queridos que ya no están, los que seguro rieron conmigo al verme feliz.